Es habitual encontrarnos con pacientes que han perdido una o varias piezas dentales y ante esta situación surgen dos dudas: la primera es si es necesario o no sustituir ese diente y, la segunda, cómo se puede sustituir. En respuesta a la primera pregunta, sí, es imprescindible sustituir las piezas dentales perdidas, pues en caso de no hacerlo corremos el riesgo de que los demás dientes se desplacen para ocupar ese espacio, por lo que es frecuente que aparezcan maloclusiones. Por otro lado, no reponer el diente perdido nos deja más vulnerables y expuestos ante caries y enfermedades periodontales. Uno de los tratamientos más utilizados para solucionar este problema son los implantes dentales y, al igual que nuestros dientes naturales, pueden verse afectados por bacterias que ocasionan infecciones.
Hoy abordaremos este tema, exponiendo los síntomas que aparecen cuando se infecta un implante dental y cómo podemos tratar este problema.
¿Qué es un implante dental?
Al perder un diente entero, perdemos tanto la raíz, que es la parte que ancla el diente al hueso, como la corona, es decir, la parte visible del diente. Por eso, un implante dental consta de dos partes: un tornillo, normalmente de titanio u otro material biocompatible, que se coloca en el hueso maxilar para sustituir a la raíz, y una corona, una prótesis que imita perfectamente a los dientes naturales y hecha a medida para cada paciente.
Gracias a que los implantes dentales cumplen un objetivo funcional y otro estético, los pacientes que hayan sufrido la pérdida de algún diente podrán volver a morder y masticar con comodidad y seguridad, así como volver a sonreír con confianza.
¿Cuáles son los síntomas de un implante dental infectado?
Aunque es difícil que un implante dental se infecte, es algo que puede suceder, pues también se ven expuestos a las bacterias orales que causan dichas infecciones. Como tal, el implante de titanio no puede infectarse, pues es una pieza artificial sin vida, pero las bacterias sí pueden acumularse sobre él, afectando a los tejidos sobre los que se encuentra el implante. En el caso de afectación del tejido óseo hablamos de periimplantitis, pero si la infección afecta a los tejidos blandos de alrededor del implante, hablamos de mucositis periimplantaria. En cualquiera de los dos casos, estos son sus principales síntomas:
- Enrojecimiento e inflamación de la encía.
- Mal sabor u olor de boca.
- Dolor agudo alrededor del implante.
- Bolsas inflamatorias alrededor del implante.
- Sangrado y supuración de la zona donde se encuentra el implante.
- Retracción de la encía, dejando ver la base del implante.
- Movilidad del implante en casos ya avanzados.
Causas por las que se puede infectar un implante dental
La principal causa por la cual se puede llegar a infectar un implante dental es una higiene oral deficiente, pues la infección proviene de la acumulación de bacterias sobre la prótesis. Tras la colocación del implante dental, el dentista ofrecerá todas las pautas y consejos necesarios para llevar a cabo una exhaustiva limpieza diaria y así evitar complicaciones tanto en el implante como en el resto de la dentición.
Otros motivos por los que pueden aparecer infecciones en un implante dental son:
- El consumo de tabaco, que disminuye el flujo sanguíneo en las encías, dejándolas vulnerables al ataque de las bacterias y aumentando el riesgo de caries y enfermedades periodontales.
- La diabetes, cuyo mal control aumenta el riesgo de sufrir periodontitis, candidiasis oral y xerostomía o boca seca, lo que aumenta la proliferación de bacterias orales.
Posibles tratamientos ante un implante dental infectado
Si presentas alguno de los síntomas mencionados anteriormente o tienes dudas acerca del estado en el que se encuentra tu implante dental, lo primero que debes hacer es acudir a una clínica dental para que un profesional pueda evaluar tu caso y valorar la gravedad de la situación para así elegir la mejor manera de proceder. Ante un implante infectado tenemos tres líneas de tratamiento:
Limpieza profesional
El primer paso consiste en mejorar la higiene oral para restaurar la salud tanto del implante como del resto de dientes y de las encías. Para ello, se puede recurrir a una profilaxis dental y, por supuesto, a reforzar el autocuidado, recordándole al paciente la importancia de mantener unos buenos hábitos de higiene bucodental: es necesario cepillarse los dientes después de cada comida, prestando especial atención al cepillado de la noche, y es importante incluir el uso de cepillos interdentales para evitar la acumulación de placa entre los dientes.
Implantoplastia
Cuando la infección ha avanzado y se está produciendo pérdida ósea el manejo se vuelve más complejo, haciendo necesaria una intervención quirúrgica. El odontólogo primero eliminará mecánicamente todos los restos de placa bacteriana de la superficie del implante y también deberá quitar el tejido blando inflamado.
Por último, se lleva a cabo la implantoplastia, es decir, la eliminación de las espiras o roscas del implante que han quedado expuestas como consecuencia de la pérdida ósea. Es habitual que la pérdida de hueso vaya acompañada de pérdida gingival, por lo que este tratamiento se puede complementar con injertos de encías para estabilizar el implante.
Retirada del implante
En casos de supuración o pacientes que no responden positivamente a la cirugía o a los antibióticos, puede ser necesario tener que retirar el implante.
¿Cómo podemos prevenir la infección de un implante dental?
El mejor tratamiento siempre será una buena prevención y para ello es necesario mejorar los hábitos de higiene oral y tener un especial cuidado alrededor del implante dental para asegurar una buena cicatrización tras la operación y un buen mantenimiento posterior. La mayor parte del cuidado de un implante es responsabilidad del paciente, de que, además de la limpieza, siga una dieta equilibrada y abandone hábitos perjudiciales como el tabaco. También conviene acudir periódicamente a revisiones con el dentista para asegurar el buen estado tanto del implante como del resto de estructuras orales.
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